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Un Suelo Vivo. Alimentos Vivos

Para que cualquier proyecto funcione es necesario, además de una exquisita atención al detalle, la consecución de la Máxima Calidad. Para un alimento fresco, como es el caso de los productos de la huerta, la calidad se mide por el sabor, por la presencia, por el tiempo que dure sin estropearse. Aunque ante todo debería medirse por su capacidad de alimentarnos, de aportarnos todas aquellas vitaminas, enzimas, antioxidantes,…, que nuestro cuerpo necesita para realizar correctamente todas sus funciones y no enfermar. Y cualquier planta únicamente creará todas las sustancias que potencialmente puede crear si sus raíces se desarrollan en un suelo vivo, como lo han hecho durante varios miles de millones de años. Durante todo este tiempo se ha ido desarrollando una relación entre los organismos que habitan el suelo y las plantas, una relación cuyos conceptos básicos están ahora descubriéndose para la ciencia y  que revelan que un alimento sólo alcanzará su máximo potencial cuando el suelo donde se desarrolle sea un suelo vivo, un ecosistema equilibrado y perfectamente funcional.

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Para crear un suelo vivo y por ende alimentos de la máxima calidad hemos tomado como referencia el suelo más rico que existe, el suelo de un bosque. Como ocurre en un suelo de un bosque, el suelo de la huerta se riega con un agua viva, el agua de un manantial que corre debajo de la propia huerta. Recibe un aporte continuo de materia orgánica. Y al igual que ocurre en un bosque, nunca labramos la huerta, pues al hacerlo se destruye completamente el ecosistema del suelo.

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Llevamos desde el 2008 manejando la huerta bajo los preceptos del máximo respeto al suelo, y ya estamos recogiendo los frutos de ese respeto y de la búsqueda de la Máxima Calidad.

   Desde que comenzó a funcionar Las Huertas del Abrilongo, hemos tenido la convicción de que la belleza del lugar donde las plantas se desarrollan es otro factor necesario para que un alimento alcance la Máxima Calidad.

   El concepto que generalmente se tiene de las plantas suele ser muy simplista, considerándolas como unos seres sin apenas habilidades, más que una simple capacidad de adaptación a su entorno. Pero una planta es capaz de sentir, de comunicarse, de conocer, de reconocer,..., tal y como demuestran multitud de estudios científicos que se han venido realizando desde finales del siglo pasado.

   Por ello siempre hemos respetado profundamente lo que las plantas hacen por nosotros, especialmente los alimentos que nos regalan. E intentamos crear un entorno lo más bello y agradable posible para el desarrollo de las plantas y de todos los que habitamos este sitio tan singular.

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